
El próximo domingo se celebra el día de las madres en República Dominicana, y este artículo nace con la intención de entregar esperanza a los corazones de esas madres jóvenes o primerizas que hoy navegan en los mares de la maternidad, haciendo malabares entre mantener un matrimonio, un hogar y criar los hijos. Puede, que hoy veas tus manos tan llenas que te sientas incapaz de mantener todo en curso, por lo que estés pensando en dejar caer algunas pelotas, entre ellas el matrimonio.
A través de este artículo, quiero animarte a no rendirte. Dios renueva tus fuerzas y te da sabiduría para vivir esta etapa y hallar contentamiento en él.
Y, más que un artículo, es una carta de corazón a corazón, pues también estuve donde estás, y vi la poderosa mano de Dios restaurar mi corazón y fortalecer la conexión e intimidad con mi esposo, al hacerme conocer su visión para nuestro matrimonio siendo padres, pues la visión de Jesús fortalece tu matrimonio en la maternidad.
Lo primero que quiero citarte es que aunque no lo creas, el corazón de tu esposo también navega por mares de culpa, vergüenza e impotencia en medio de esta temporada. Queriendo aportar más sin saber cómo, sintiendo que lo que hace no cumple con tus exigencias.
En el matrimonio enfrentamos la maternidad como individuos, cada uno reacciona de formas distintas y siente el impacto en formas distintas. Y, esa percepción individual de la maternidad despierta deseos individuales. Identificamos cosas que entendemos pueden ayudarnos a calmar la ansiedad que estamos sintiendo en el momento, perdiendo de vista el panorama general. Se nos hace difícil levantar la mirada de nuestra conmiseración para ver el estado de nuestro conyugue, y aún más, el estado de nuestro matrimonio. Por lo que de manera inconsciente, tú y tu esposo buscan refugio lejos del otro para calmar las heridas de impotencia que suele causar la maternidad.
Lo segundo, es que en la maternidad se nos hace fácil volvernos indiferentes a nuestra relación de pareja, damos por sentado las cosas, no tenemos conocimiento de donde estamos y mucho menos de a dónde vamos. Perdemos la visión como pareja. Los afanes diarios y las responsabilidades sin fin nos hacen correr y perder de vista hacia donde estamos corriendo, y con quien estamos corriendo.
Es necesario recobrar la visión como pareja. Ser conscientes de lo que estamos construyendo y hacia dónde queremos seguir caminando juntos.
Lo citado en los párrafos anteriores me hace recordar una pareja de la Biblia, que al enterarse de que serían padres, cada uno reacciono de forma distinta: Él se perturbó, ella se llenó de temor. Cada quien tuvo que lidiar a solas con sus emociones.
Si no hubiese sido por la intervención de Dios recordándoles su visión para su matrimonio: Mantenerse unidos para concebir a aquel a quien llamarían Hijo del Dios Altísimo, quien reinaría sin fin; ambos hubiesen quedado presos de la frustración. Sí, me refiero a José y a María. Sin embargo, vemos como dos individuos unidos en matrimonio se enfrentan a la maternidad confiados en que Dios tiene un plan para ellos mucho más allá de satisfacer sus necesidades individuales. José y María encontraron propósito al reconocer la visión de Dios para su matrimonio. (Mateo 1:18-24; Lucas 1: 26-38).
La visión que necesita tu matrimonio no nace en tu corazón o en el de tu pareja, sino en el corazón de Cristo, quien permite que su visión pueda ser revelada a sus corazones, si es que se acercan a él con esta intención.
Es a Jesús que debes correr ante el sentimiento de frustración y la pérdida de visión. Es en él que tu matrimonio tiene propósito a través de la revelación de su visión.
La visión de Cristo da propósito a tu matrimonio.
Cuando hay visión en el matrimonio cada pequeño acto aporta a un plan de vida, al bienestar emocional, al crecimiento espiritual. Jesús refiriéndose al matrimonio en Mateo 19:11 cito:
“—No todos pueden comprender este asunto —respondió Jesús—, sino solo aquellos a quienes se les ha concedido entenderlo.”
Este verso me lleva al tercer punto, no entras al matrimonio a cumplir tu cartera de planes, no entras al matrimonio a cumplir la cartera de planes de tu esposo. Entras al matrimonio a cumplir el propósito de Cristo, que su nombre sea exaltado y conocido en cualquiera sea la situación.
Por esto la construcción de una visión para tu matrimonio debe surgir desde la pregunta, ¿cuál es el propósito de Dios para nuestro matrimonio en esta etapa de la maternidad? Recordar que siguen siendo marido y mujer, al mismo tiempo que son padres.
Y, no se trata de espiritualizar las cosas, se trata de que eviten hacer las cosas a su manera sacando a Jesús de la ecuación. Dios diseño el matrimonio y él conoce perfectamente las estrategias que deben aplicar para sentir gozo y plenitud en el matrimonio, cualquiese fuese la temporada que estén viviendo, incluyendo la maternidad.
Caminar en la visión de Cristo para tu matrimonio, te permitirá discernir acciones que pueden ser bien intencionadas pero que son detractores de tu matrimonio.
Oro, para que Dios fortalezca tu corazón a través de su gozo. Que sea favorable a tu clamor cuando te acerques a él pidiendo conocer su visión para tu matrimonio en esta etapa de la maternidad. Que haga volver tu corazón al de tu esposo, y el corazón de tu esposo al tuyo. Que la maternidad sea una etapa donde su relación sea fortalecida y capacitada para dejar legado, más que herencia.
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